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A 41 años del genocidio del 24 de marzo de 1976- Aporte de la Lic. Alicia González Alarcón

“Todavía soñamos”

El primer genocidio que sufrió nuestra tierra latinoamericana, estuvo signado por la cruz y la espada de la Conquista española. Pero no quedó cerrado. La sangre de nuestros hermanos de los pueblos originarios, la tortura, el horror y hasta el engaño, serían una herida  histórica.

Como una suerte de maldición atea, los sueños nunca murieron, desde Tupac hasta Milagro Sala;  desde Belgrano, Moreno y Castelli, hasta El Libertador, pasando por las montoneras gauchas, siempre hubo resistencias. Los sueños estaban en marcha en pleno siglo XX. Se iban concretando en organización, los pueblos valoraron la educación, y fuimos forjando una Patria para todos, aún en las diversidades. Se militaba por la vida digna.

Y esas realizaciones molestan. Una clase dominante no se resignará nunca a perder sus privilegios, económicos, políticos, de clase en suma. Mucho menos permitir que los trabajadores, los jóvenes estudiantes, las mujeres, cuestionaran ese orden inamovible para ellos. Se militaba por la justicia social.

El 24 de marzo de 1976 se puso en funcionamiento  abiertamente y sin dilaciones, una maquinaria genocida que no casualmente se dirigió primero hacia dichos sectores. Los trabajadores, los estudiantes, los profesores, y así sucesivamente fueron el blanco del horror. La masacre de una generación, la apropiación de niños  y el miedo instalado en quienes sobrevivían y también debían callar,  invisibilizarse  para salvarse.

Las carreras de formación en ciencias sociales y humanidades fueron especialmente perseguidas. Se cerraron centros de formación, desaparecidos y encarcelados de diferentes sectores sociales  engrosaron listas que circulaban en los susurros del pueblo y en los reclamos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

A 41 años, se escribieron  libros, se divulgaron testimonios, hubo juicios por  dichos delitos, escraches de Hijos, reclamos,  documentales, películas,  fichas de información y hasta se instituyó un Día por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Fuimos conociendo la Verdad, exigimos el cumplimiento de la  Justicia para reconstruir fragmento a fragmento, una Memoria viva.

Hoy, en un contexto de políticas neoliberales generadoras  de desempleo y hambre, ¿aprenderemos a recordar?.  Para muchos es día de memoria y lucha,  para otros  es de paro y descanso. Hasta se intentó desde el poder instituido que esta fecha se borrara del calendario. Pero es que no es una fecha más.

Es un símbolo. Es parte de nuestras vidas más allá de ausencias,  soledades, angustias, esperas, y hasta definiciones opositoras, coloniales, fachistas, negacionistas de los procesos históricos.

Todavía seguimos soñando, como dice  la canción de Víctor Heredia, y cantamos con voz airada en las fábricas que están cerrando, en los barrios con jóvenes perseguidos,  en hogares con niñxs hambreados, en escuelas donde se enseña a luchar, aunque el techo tenga agujeros. Seguimos construyendo una patria igualitaria,  mal que les pese al patriarcado que asesina mujeres, trans y travestis.

Todavía soñamos despiertxs porque conocemos nuestros derechos y no estamxs dispuestxs a  perderlos.

Soñamos porque estando vivxs,  somxs herederxs del legado de los que ya no están pero viven en nuestra memoria, ahora y siempre.