María Eugenia Di Pato (*)
Allá por marzo del 2020, los equipos de los centros de atención primaria de la salud (APS) de la Secretaria de Salud Pública municipal tuvimos que reorganizarnos. Así, sin perder la especificidad, pero siempre pensándonos dentro de un equipo junto a médicos, les compañeres matriciales: trabajadores sociales, psicólogos, odontólogos, enfermeros y administrativos, nos dispusimos a trabajar enfrentándonos a un virus del que poco conocíamos.
Así nos preparamos a utilizar elementos de seguridad que no sabíamos usar. Comenzamos a conocer lo que significaba hacer “triage” y seguimiento telefónico a pacientes contagiados de covid. También salimos a buscar puerta por puerta del barrio a las personas sintomáticas para hisoparlas, aislarlas y cuidarlas. Sobre todo cuidamos a la población, porque bien sabemos que no hay nada mejor que el cuidado colectivo porque nadie se salva solo.
Fueron muchos meses de estrés, corriendo tras el armado de estrategias artesanales para llegar a todes. Por eso, cuando nos enteramos que las vacunas estaban en camino, no dudamos. Sabíamos que había que armar una campaña para llegar a todo el barrio, buscando generar accesibilidad y garantizando derechos para aquellos que viven más allá de los anchos bulevares del centro.
Con ansias y muchas expectativas en la primer semana de junio nos largamos. Primero buscando pacientes de riesgo en grupos etáreos de entre 18 y 59 años. Algunas personas ya se encontraban en listados enviados por la Secretaría de Salud Pública de Rosario, otres les sumamos porque sabíamos que, por diversos motivos no estaban inscriptos o vacunados. Confeccionamos listas identificando pacientes de salud mental; otros de consumo problemático; personas en situaciones de calle o con alto grado de vulnerabilidad social y también pacientes postrados sin posibilidad de movilizase.
Fuimos no solo a inscribirlos, sino previamente a buscarlos en sus viviendas. Entendimos que la estrategia no era replegarse en las instituciones sino salir a patear el barrio, buscando puerta por puerta a esa población que aún no se había vacunado, dándole turnos, respondiendo a sus dudas y también vacunándolos en sus domicilios.
Otra estrategia de gran impacto fue vacunar también en los comedores comunitarios del barrio. Con gran sorpresa, llegábamos a vacunar a 50 personas en una hora: Adultos mayores que no habían tenido acceso a la inscripción o que les había llegado el turno en vacunatorios muy alejados del barrio. Muchos jóvenes que aún no se habían inscripto y algún que otro indeciso, aceptaban sin temor ser vacunados, ante la irrupción de tener la vacuna en el barrio.
Todas estas estrategias fueron pensadas entre diversos miembros del equipo, incluyendo la presencia del trabajador social, como profesional que suma a la organización matricial de los equipos de salud. La estrategia implica organizar los procesos de salud desde la lógica de la interdisciplinariedad, lógica que aporta a la construcción de dar respuestas al problema entre distintas miradas y saberes.
Es importante tener en claro que entre las múltiples funciones del trabajador social en APS es prioritario generar acciones de promoción de la salud colectiva, aportando, desde el saber disciplinar, la lectura del abanico de problemáticas que atraviesa la población, buscando garantizar el acceso al sistema de Salud Pública, que en este caso concreto es erradicar el covid mediante la vacunación en el territorio.
Todas estas estrategias y las que van surgiendo día a día desde los equipos de salud apuntan a lo mismo: generar en la población la accesibilidad para la prevención de la salud y que todes puedan vacunarse, entendiendo nuevamente, que nadie se salva solo.
(*) Colegio de Profesionales de Trabajo Social de Santa Fe 2ª Circunscripción.
Fuente: El Ciudadano