A casi 38 años de la expresión “Nunca más”, todas/os los argentinas/os sabemos lo que significa y el dolor que nos recuerda, tan presente cada 24 de marzo. Dados los muchísimos actos de violencia institucional por parte de funcionarias/os de las fuerzas policiales de todo el país, de las/os políticos atornilladas/os por décadas en los sillones de las casas de Gobierno provinciales y funcionarias/os judiciales que “hacen la vista gorda”, es posible pensar que no hemos aprendido nada? ¿Hasta cuándo vamos a tolerar las violaciones a nuestros derechos? ¿Hasta cuándo vamos a callar y mirar para otro lado? Tan pobres somos? Pobres de empatía y de humanidad, en el más sencillo significado de la palabra.
Convoco, en estas pocas líneas a exigir se cumpla lo establecido en las Recomendaciones del escrito de CONADEP en 1984:
- Declarar crimen de lesa humanidad la desaparición forzada de personas.
- Apoyar el reconocimiento y la adhesión a las organizaciones nacionales e internacionales de Derechos Humanos.
- Establecer la enseñanza obligatoria de la defensa y difusión de los Derechos Humanos en los organismos docentes del Estado, sean ellos civiles, militares o de seguridad.
- Fortalecimiento y adecuación plena de los medios con que deberá contar la Justicia Civil para la investigación de oficio en relación a la violación de Derechos Humanos.
- Derogar toda la legislación represiva que se encuentre vigente.
Como profesionales del trabajo social, que abogamos por la restitución de derechos vulnerados, nos sentimos obligadas/os a expresarnos y alzar nuestra voz para recordar, reiterar y exhortar que se cumplan las recomendaciones antes mencionadas. Asimismo creemos importante recordar el valor de “ser en comunidad”, lo que le pasa al otra/o también me pasa a mí. Tanto en las vulneraciones de derechos habidas durante ASPO y DISPO (2020-2021) como en otras situaciones que se dan cotidianamente en nuestras prácticas, sería muy lamentable pensar que aún queda en nuestro ADN el: “algo habrán hecho”.
- Por: Lic. Carolina Rizzi – La Paz