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Se compartieron experiencias sobre diferentes etapas del Coptser

En el marco de las celebraciones por los 40 años del Colegio de Profesionales de Trabajo Social de Entre Ríos (Coptser) se llevó adelante un panel para dar cuenta de las diferentes etapas de la institución. Además de describir el contexto de cada momento, se compartieron experiencias donde la intervención de las trabajadoras sociales tuvo relevancia.

El conversatorio se llevó adelante en la sede del colegio en Paraná. Allí se puso a disposición un rincón donde se podía acceder a herramientas que se utilizaban cuando todavía no existían los soportes digitales. Una máquina de escribir, en la cual se transcribió la ley 7.579; cassettes y un grabador periodista, con los cuales se grababan las asambleas; agendas, actas y resoluciones escritas a mano; un fax para comunicarse y enviar copia de documentos a matriculados y matriculadas de otras localidades; y boletines informativos en formato papel; entre otras cosas.

La moderación del panel estuvo a cargo de Patricia Medina, quien mencionó a modo de homenaje las primeras integrantes de la Asociación de Asistentes Sociales, institución que antecedió al colegio, y las primeras matriculadas cuando ya se había conformado el colegio. Agradeció luego la presencia de la decana de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), Sandra Arito; y la presidenta de la Asociación de Entidades Universitarias de Entre Ríos (Aepuer), Edit Rougier; y leyó las salutaciones de Alicia Mabel Simón y la diputada Silvia del Carmen Moreno.

Los primeros 15 años

Norma Daolio hablo sobre la primera etapa, desde mediados de los 80 hasta el año 2002. En ese marco, comentó la conformación de la Asociación de Asistentes Sociales en 1982, institución que antecedió al colegio hasta la sanción de la ley en 1985. Fueron estas mujeres quienes impulsaron la ley para la colegiación. 

Comentó luego, los mecanismos para realizar la tarea de pericia, los procesos electivos y las primeras mujeres que encabezaron las gestiones de esa época. Marcó como hechos relevantes el concurso para el logo del colegio y los encuentros de camaradería por el día del asistente social o el cierre del año. 

También mencionó las localizaciones que tuvo el colegio hasta el 2002, cuando se compró el edificio actual; las manifestaciones por reclamos salariales y ajustes, y la lucha por el adicional de incompatibilidad parcial. Señaló que en 1997 fue la primera vez que hubo dos listas para integrar el Consejo Directivo y el entonces Tribunal Disciplinario.

Luego contó una experiencia, de la que formó parte en 2002, trabajando en el Centro de Salud Ramón Carrillo de Paraná. Tras mencionar los programas nutricionales que existían como el materno infantil, Gurisito fuerte, Nacer con Dignidad o Pro-huerta; dio cuenta del contexto que se vivía en la zona. “Había momentos en que los programas se cortaban”, indicó, tras lo cual narró la historia de una niña que llegó desmayada al lugar, constatándose que hacía días no comía. “Con Gisela Miño hicimos un informe a la Defensoría del niño”, contó Daolio.

El informe de las trabajadoras sociales, permitió que un juez Roberto Parajón dictara una medida cautelar obligando a un supermercado de la zona, que tenía deuda con el Estado, a entregar alimento a la familia.

El caso cobró relevancia a nivel local y en los medios nacionales. Elena Riegelhaupt, quién trabajaba en la justicia, comentó las implicancias que tuvo el caso para el juez que dio lugar al amparo. Mencionó también el reclamo del comercio que argumentaba un “atropello a la propiedad privada”. Otras colegas indicaron también el debate que se dió luego en torno a la situación de privilegio en que se encontró la familia en relación a sus vecinos.

Los antecedentes de la Asignación Universal

Para introducir en la segunda etapa, Norma Daolio informó que durante ese período, ya con casa propia, se alcanzaron 574 matriculas. Destacó entre otras cosas, la experiencia del Ingreso Ciudadano de la Niñez de Paraná (Incinipa), un congreso nacional de Trabajo Social realizado en la capital entrerriana y la tarea militante para la aprobación de la ley Federal de Trabajo Social en 2014. 

También mencionó el festejo de los 30 años, en 2015; un ciclo de cine; la formación de los círculos, que llegaron a ser cinco; las capacitaciones en pericia y la participación activa del colegio en Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Servicio Social (Faaps), Aepuer y la Facultad de Trabajo Social de la UNER.

Le dio paso luego a Elena Riegelhaupt, quién habló del contexto del 2001 en la provincia y la militancia intensa que, como trabajadoras sociales, realizaban en el Frente Nacional Contra la Pobreza (Frenapo). Describió que en lo local, el frente armó dos comisiones. Una dio lugar a la revista Barriletes y otra a un proyecto en el que trabajaron 19 instituciones y que impulsaron dos concejales paranenses. Se creó así el Incinipa, que contaba con recursos genuinos del presupuesto del municipal y era administrado por un Ente Administrador Honorario.

Como parte de esa experiencia, Elena Riegelhaupt, subrayó los debates para hacer comprender la importancia de esa política pública, que no era un programa y ameritaba cambiar las lógicas asistenciales que existían hasta ese momento. Consistía en un seguro de inclusión para cada niña o niño nacido en la ciudad, proveniente de familias cuyos ingresos no alcanzaban al consumo alimentario básico, y para las madres embarazadas en el último trimestre de gestación, a percibir por la madre con exclusividad.

Se trataba así de restituir un derecho, de proporcionar autonomía a esas mujeres, con la particularidad de que el Estado salía a bucar las beneficiarias desde centros de salud y hospitales. Riegelhaupt señaló que el principio rector era el respeto a la persona beneficiaria y que esta política fue el antecedente de la Asignación Universal por Hijo, implementada años mas tarde por el gobierno nacional. También permitió la reconstrucción de los vínculos entre profesionales y la documentación de 2.800 niñas y niños indigentes en el primer año.

En relación a esta misma política pública, Alicia Petrucci, agregó que “el tejido social estaba roto”, los pagos de salarios a las y los trabajadores estaban atrasados, en los centros de salud no había pediatras o se daban pocos turnos. En ese marco, remarcó que el Incinipa fue una herramienta para volver a integrar la comunidad y que las diferencias partidarias quedaron en segundo plano para resolver la situación de pobreza e indigencia. 

Sostuvo que se trató de una política pública innovadora, que permitió además, el desarrollo de talleres socioeducativos donde muchas mujeres accedieron a la alfabetización. Otro punto relevante, fue la exigencia de que el cobro del beneficio fuera en el centro geográfico de la ciudad, a costo cero, y que ninguna mamá tuviera que esperar más de una hora para cobrar. 

El rol del trabajo social en pandemia

Para introducir a la última etapa, desde el 2015 en adelante, tomó la palabra Ivon Mantovani, quien destacó entre otras cosas, la compra de la casa Susana Bughdal, que lleva ese nombre en homenaje a una colega. “Ese nombre resignificó el espacio como un espacio de memoria”, enfatizó Mantovani, asegurando que también es una muestra del cuidado de los recursos del colegio.

Mencionó además el impacto de la pandemia en 2020 y cómo las y los profesionales de trabajo social supieron adaptarse, contener y capacitarse en ese contexto. Hizo mención a las modalidades de comunicación a distancia que expandieron su uso, el acompañamiento del colegio con jornadas de capacitación para peritos y supervisores, así como la defensa de los derechos laborales de las y los colegas. En ese sentido, señaló como avances la incorporación de trabajadores sociales en hospitales y centros de salud, como orientadores en escuelas y la equiparación de su tarea con la de otros profesionales en los equipos interdisciplinarios de la justicia entrerriana.

Por otra parte, destacó el impulso y sanción de la nueva ley provincial, el fortalecimiento de los circulos y el trabajo articulado con otras organizaciones, valorando puntualmente la tarea de representación de sus colegas en el Órgano de revisión de Salud Mental. 

A su turno, Sonia Velázquez, quien se desempeñara como ministra de Salud de la provincia al momento de la pandemia por el Covid, contó que en ese momento el país se estaba recomponiendo de una crisis neoliberal. En el sector de salud pública y desarrollo social se estaba discutiendo el modelo de atención, que estaba muy centrado en lo episódico. 

Respecto a la pandemia, resaltó el trabajo articulado del gobierno provincial con nación y con municipios, comunas y juntas de gobierno. Sostuvo que si no hubieran conocido la realidad epidemiológica, sanitaria y demográfica de la provincia “difícilmente hubiésemos podido ganar tiempo y desarrollar un plan operativo para la primera etapa, cuando había que evitar la propagación de la pandemia”.

Subrayó además el trabajo de las áreas programáticas y la tarea interdisciplinar que se dió en el gabinete provincial, donde no solo sirvieron las herramientas brindadas por la academia, sino también la experiencia. “Se trataba de salvar vidas”, expresó, advirtiendo la importancia de la rectorías de las políticas públicas, que tomó posición frente a la dicotomía entre lo económico y el cuidado de la salud y las tensiones con el sector privado y las obras sociales, haciéndose cargo de toda la logística para la contención. 

Aseveró que a su vez, la pandemia desnudó situaciones que no estaban siendo tenidas en cuenta, como la soledad en la que se encontraban las personas adultas mayores y quienes tenían problemas de salud mental. También hizo mención a la ruptura de las redes y los vínculos. 

“Nunca mas claro de lo que es el rol del Estado presente como lo fue en la pandemia”, afirmó Velázquez, a la vez que comparó la situación de Argentina, que “no tuvo que sacar los muertos de sus hogares”, con otros países donde el Estado no intervino, o la situación actual, donde se hace abandono de pacientes. Manifestó que, otra muestra concreta de lo que significaron las políticas públicas en ese momento fue el operativo de vacunación, y concluyó reafirmando la necesidad de seguir comprometiéndose con una trabajo social que construya políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida de las personas.

Para finalizar se compartió un brindis entre colegas y se disfrutó de la obra “¿Dónde me dejé”, con la actuación de Milagros Reñé. Este potente unipersonal invitó a reflexionar sobre los mandatos sociales, el cuerpo y la libertad, a través de la historia de una mujer que busca reencontrarse consigo misma.