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10 de diciembre, día del Trabajo Social

El 10 de diciembre celebramos el Día del Trabajo Social en nuestro país, a partir de una resolución de FAAPSS en reunión realizada en nuestra ciudad de Paraná en diciembre de 2012, coincidiendo con el día de los Derechos Humanos.

Desde el COTSER elegimos este día para reconocer y celebrar las rayectorias de compromiso y dedicación en la construcción de nuestra profesión .

Por ello, las colegas jubiladas, con matrícula activa, honraron la sede del COTSER el pasado lunes 12 de diciembre para reconocer el agradecimiento y revalorización de sus trayectorias y dedicación de cada una de ellas en la construcción colectiva del Trabajo Social en nuestra provincia.

Ellas son:

Una conmemoración que fusiona festejo y lucha*

«Las profesiones nacemos a partir de las demandas que en determinados momentos históricos una sociedad considera que deben contar con respuesta desde prácticas especializadas. De esta manera somos parte de los procesos socio históricos, incidiendo en ellos –dentro de las limitaciones y posibilidades- al mismo tiempo en que ellos nos interpelan exigiéndonos nuevas problematizaciones, actualizaciones, incluso, reinvenciones.

Si bien esta premisa es generalizable a todos los campos disciplinares/profesionales, los que nos insertamos en lo social asistencial nos vemos mucho más conmovidos por los cambios de época.

En las últimas décadas las transformaciones que vivimos como humanidad y que se expresa en lo regional y lo local con las características propias de nuestros procesos culturales, políticos, económicos entre otros, nos cambiaron radicalmente los escenarios en las que las y los trabajadores sociales estuvimos relacionados durante tiempo considerable.

Una primera advertencia tiene que ver con la naturaleza de estas mutaciones: no son simples crisis coyunturales que pueden ser resueltas por modificaciones superestructurales, aunque ellas sean importantes obviamente; se trata particularmente de cambios estructurales necesarios de comprender en profundidad y en todo su laberinto

Durante la sociedad salarial, momento en que trabajo social se desarrolla y expande, la institucionalidad que sostenía lo social asistencial respondía a los problemas relativos a la reproducción de la fuerza de trabajo acompañados por la consagración de derechos sociales. La intervención, nunca exenta de dificultades, se realizaba desde instituciones que referían con claridad a aquellos problemas: salud, educación, vivienda, asistencia, entre otros. Si bien sabemos que las problemáticas que aborda trabajo social siempre son complejas, las que se manifestaban en aquella organización social presentaban una complejidad diferente a las actuales en tanto el trabajo asalariado era constitutivo de la sociedad en la que el pleno empleo era parte de los proyectos políticos societales. Lo significativo es que los mismos gobiernos militares que se sucedieron en el período 1930 y 1976, con breves períodos democráticos, cercenaban los derechos políticos y civiles en particular, pero mantenían el eje en el pleno empleo. Nuestra intervención profesional se centraba fuertemente en lo material y en todo caso la cuestión más simbólica corría por lo cultural: la educación social.  

Estas pinceladas no tienen que inducirnos al error de pensar que tanto nuestra relación con las instituciones, otras y otros profesionales y funcionarios políticos como en el interior de nuestro campo eran armónicas dirigidas por un pensamiento único. Por el contrario, las antinomias, cruces y disputas siempre estuvieron a la orden del día, y si bien la expresión derechos humanos y/o sociales, no se encontraban explícitos en nuestra gramática, excepto durante los gobiernos peronistas, sí se hablaba de dignidad humana y persona, de no discriminación. Además, se entablaban verdaderas batallas para lograr legitimidad por una parte y por reconocer la importancia que adquirían las políticas sociales para el bienestar de las poblaciones por otra.

En síntesis, trabajo social fue construyendo su trayectoria enfrentando los desafíos provenientes de los contextos económicos, políticos, ideológicos, teóricos y epistemológicos y lo hizo de acuerdo a las hegemonías presentes en el campo. Es un dato importante reconocer que incluso durante los tiempos más convulsionados, o sea con el movimiento de reconceptualización, no se logró el cambio de la fecha en que se conmemorara nuestro día: 2 de julio, día de Visitación de la Virgen a pesar de que un número importante de integrantes del colectivo planteara su pase al 10 de diciembre. Podemos ensayar muchas hipótesis al respecto, pero no es objetivo de este breve ensayo, sí decir que, si hoy lo festejamos ese día, además día de los Derechos Humanos, es porque a partir de la apertura democrática hemos consolidado algunos aspectos del campo, siempre disputando distintas perspectivas, pero reconociendo nuestro horizonte en los derechos humanos y la justicia social.

Sin embargo, el actual contexto al que hice referencia nos pone nuevos desafíos que se manifiestan tanto en lo material como a lo simbólico, y en este sentido todo lo relativo a derechos humanos, incorporando en ellos a los sociales. Las desigualdades que se han instalado con una concentración de la riqueza insultante, también lo hace en relación con el poder y el saber. Esto quiere decir que existe una avanzada sobre todo tipo de derechos en forma explícita, que a la vez reivindica la supervivencia de los más fuertes en lo que hace a las condiciones económicas. Obviamente ambos aspectos están articulados y en nombre de la libertad acorrala a la intervención estatal a las áreas más estratégicas para asegurar el proceso de desigualdad.

Esto significa que como trabajadoras y trabajadores sociales necesitamos comprender cabalmente la complejidad del momento, asumir la importancia de lo político en nuestras intervenciones y hacer efectiva la construcción colectiva. No soplan vientos favorables, pero tenemos a mano la capacidad para construir resistencias activas, ya lo hemos hecho en otras oportunidades.

Festejemos porque lo merecemos y mientras lo hacemos tejamos afectos, una condición más que necesaria para luchar colectivamente».

*Susana Cazzaniga

Diciembre de 2022.-